lunes, 16 de abril de 2012

Aquí se espantan malos augurios

[Soy testigo de que la música es una medicina que se da sin receta y nutre el alma.]

El camino de la vida está lleno de música. Nadie puede pasar un día sin escuchar una melodía que lo anime, enoje, divierta, emocione, le rompa el alma, le traiga viejos recuerdos. Le den ganas de volver a vivir una época, criticar lo que está escuchando y en algunos casos, seguir adelante con la vida.

Hace unos meses mi vida tuvo un giro, algo a lo que no está uno preparado y fue la partida de mi viejito. No sabía que una de las canciones de un gran amigo, El gordo, AKA Carlos Rafael Hernández Gracioso, iba a ser una que me fuera a dar tanta calma al final. Su letra y su melodía me hacía saber que todo iba a estar bien y va a estarlo.

Aunque es una canción triste, Testigo, cuenta una historia de un reencuentro espiritual. De esas canciones mágicas que te llegan al alma sin saber por que. Melancólica hasta los calcetines y su frase, “y despacito como en funeral...” deja ver que la vida se tiene que tomar paso a paso, no tan a la carrera hasta llegar al último día. Algo así platicábamos una vez con el gordo, que esa linea es la más fuerte de toda la letra. Esa que en ese espacio en el cual el tiempo parece estar detenido.

Ya lo había dicho antes en un post llamado, El es mi amigo El Gordo y su disco, en el que describía un poco de él y la presentación de su primer disco. Hoy tres años más tarde y unas 55 canciones la magia esta presente en la mayoría de sus canciones. Testigo tiene un conjuro especial, por lo menos para mi. Ahora me da tranquilidad con un nuevo sueño, de ser testigo cuando nos volvamos a encontrar.  

Aquí les dejo la canción a los que no han tenído oportunidad de escucharla.


Y aquí les dejo la canción que disfruto más de mi amigo el gordo. Calavera dancing de su último disco, el gato negro.

jueves, 12 de abril de 2012

Post data de la post data de la post data.


[A veces el personaje más inusual se puede convertir en tu mejor amigo]

Formar una amistad cuesta. No se hace de la noche a la mañana. Tiene sus altibajos, sus malestares. Sus victorias y sus derrotas. Sus enojos y alegrías. Pero que sucede cuando esta amistad se forma de una manera por pura fortuna. Cuando decides a la suerte escribirle a alguien por que no tenés amigos en donde vives y así empieza la aventura más extraña que te hayas podido imaginar.

Algo así sucede con Mary, una niña sin amigos de ocho años que vive en Melbourne, Australia, y con Max, un viejo que padece obesidad, ataques de ansiedad y que vive en la gran manzana, Nueva York.
La vida no les ha sonreído a ambos. A su corta edad, Mary tiene que lidiar con el bullin escolar (algo que se extenderá por sus años hasta que se convierta en una profesional), con la desatención por parte de madre y padre, y por no tener muchos amigos. La verdad ninguno. A Max ya la vida le está cobrando la factura. A sus 44 años sufre de un trastorno de obesidad mórbida y diversos problemas mentales. Sus vidas cambian el día en que Mary se encuentra una guía con los números y direcciones de las personas que viven en Nueva York y al azar le empieza a escribir a Max para contarle como es su vida en el continente rojo. Una historia escrita a punto y letra, y con las letras de una vieja máquina de escribir a lo largo de dos décadas.

Mary and Max es unamelodrama cómico basado en hechos reales. Escrita y dirigida por Adam Elliot. Con las voces de Toni Collette, Philip Seymour Hoffman, Eric Bana, Barry Humphries y con la narración de Bethany Whitmore.

Aquí el trailer de la película

lunes, 2 de abril de 2012

Pero que alegre... las tradiciones

[Aún recuerdo la primera noche que fuimos juntos a cargar. Tenía 6 años y tu asustado de que no me perdiera. Aún guardo el turno que me regaló esa noche.]

Para unos es verano, playa, sol, arena y aglomeraciones en arena negra; tránsito en las carreteras, pago de impuestos por que así lo deciden los lugareños, y lugares saturados de visitantes. Para otros, procesiones, alfombras, tradición y largas filas, tránsito, calles cerradas y desesperación.
Cualquier actividad que uno haga en la semana santa es el mismo calvario. Inclusive quedarse encerrado en casa. Mala programación en la tv, calor de la chingada, mal servicio a domicilio de comida, etc.

Pero sea cual sea la actividad que se haga, ya es una tradición familiar salir de viaje o quedarse en la ciudad en los guatemaltecos. Mi tradición es quedarme y cargar procesiones, que la compartí con mi viejito a lo largo de 30 años. Ya sea que iba a la par de él en el recorrido, cuando empecé en la procesión infantil o juntos, cargando el mismo turno u otro. Pero siempre acompañándonos
     El cargar una procesión fue algo que él me enseño y que año con año lo hice, y lo hago con ganas. Inclusive llegue a cortarme el cabello una vez antes de cargar, por que los de una hermandad de las procesiones que cargo, en sus políticas no permitían cargar con el cabello de esa manera. Irónico cuando ellos veneran y hacen su devoción a una imagen con cabello largo.

Este año lo haré sin la compañía física de mi viejito, pero nuestra tradición sigue. Su nombre y apellido siguen el el turno que él me heredó hace 10 años, ya que su enfermedad no se lo siguió permitiendo hacer, pero lo cargo como si fuera él el que lo hiciera. Aunque lo extraño, sé que está conmigo compartiendo nuestra tradición que el la empezó hace 55 años.

Viste mi viejito, ¡seguimos juntos en este nuestro tradicional viaje!