lunes, 2 de abril de 2012

Pero que alegre... las tradiciones

[Aún recuerdo la primera noche que fuimos juntos a cargar. Tenía 6 años y tu asustado de que no me perdiera. Aún guardo el turno que me regaló esa noche.]

Para unos es verano, playa, sol, arena y aglomeraciones en arena negra; tránsito en las carreteras, pago de impuestos por que así lo deciden los lugareños, y lugares saturados de visitantes. Para otros, procesiones, alfombras, tradición y largas filas, tránsito, calles cerradas y desesperación.
Cualquier actividad que uno haga en la semana santa es el mismo calvario. Inclusive quedarse encerrado en casa. Mala programación en la tv, calor de la chingada, mal servicio a domicilio de comida, etc.

Pero sea cual sea la actividad que se haga, ya es una tradición familiar salir de viaje o quedarse en la ciudad en los guatemaltecos. Mi tradición es quedarme y cargar procesiones, que la compartí con mi viejito a lo largo de 30 años. Ya sea que iba a la par de él en el recorrido, cuando empecé en la procesión infantil o juntos, cargando el mismo turno u otro. Pero siempre acompañándonos
     El cargar una procesión fue algo que él me enseño y que año con año lo hice, y lo hago con ganas. Inclusive llegue a cortarme el cabello una vez antes de cargar, por que los de una hermandad de las procesiones que cargo, en sus políticas no permitían cargar con el cabello de esa manera. Irónico cuando ellos veneran y hacen su devoción a una imagen con cabello largo.

Este año lo haré sin la compañía física de mi viejito, pero nuestra tradición sigue. Su nombre y apellido siguen el el turno que él me heredó hace 10 años, ya que su enfermedad no se lo siguió permitiendo hacer, pero lo cargo como si fuera él el que lo hiciera. Aunque lo extraño, sé que está conmigo compartiendo nuestra tradición que el la empezó hace 55 años.

Viste mi viejito, ¡seguimos juntos en este nuestro tradicional viaje!

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