viernes, 27 de junio de 2008

Historias de la selva


Me encontré con una anécdota que me sucedió hace algunos años. Cuando uno se cree que todo lo puede y que si no. Jeje

Bueno ahí sucedieron dos cosas, una casí se quedan sin patito y la otra que algunas cosas maravillosas te suceden en los momentos menos inesperados.

[Un atardecer inolvidable]

Tomé valor y me dispuse a hacerlo, comencé el ascenso entre piedras lodo y ramas que cubren el camino que lleva al mirador en Semuc Champey. Unos 25 minutos más tarde, entre el sudor en mi frente y algunos golpes y raspones, me encontraba en el lugar indicado. El pantalón de lona algo sucio por la travesía de la escalada, mi gorra, unos guantes de cuero, un arnés y mi inseparable camisa de la suerte con la figura del pato lucas eran mi uniforme para esa tarde. Mi primera experiencia con el rapell tomaba fuerza.

Seguir leyendo...


El encargado pasó la cuerda por el arnés, me explicó cómo hacer el descenso y comencé. Era emocionante saber que entre el suelo y yo habían 82 metros de montaña. Fui bajando poco a poco, tropezando entre ramas y algunas piedras, y para hacerla emocionante por momentos aceleraba un poco. Cuando ya quedaba poco para acabar con el descenso y llegar al suelo, la cuerda se atoró e impidió que mi viaje continuara. Intente salir del problema, pero tanto esfuerzo terminó con mis fuerzas. La cuerda estaba hecha un nudo y eso se lo tengo que agradecer al que colocó los seguros en mi, por que supe de lo bien asegurado que estaba y evito que cayera esos 20 metros.

Mientras esperaba que uno de los profesionales que practica este deporte bajara para ayudarme y terminar con mi descenso, disfruté de un atardecer en compañía de algunas copas de árboles y la montaña como vecina. Yo sólo imaginaba, mientras miraba ese cuadro, como sería mi aventura en rafting al siguiente día.

No hay comentarios: