Recuerdo ese día, coqueto cual inventor de sueños. Pecaminosamente solo tenía 5 años. Ya había experimentado la cascara de banano y comprobado si se resbala uno, con que fuerzas puede salir un cinco o canica de la boca de uno… también comprobado y con asistencia a un centro hospitalario porque uno de ellos decidió tomar el camino hacia mi estómago que salir por la boca. Que madriza la me cayó ese día.
Comenzaba esa ingenua tarea de todo chiquillo curioso. Hacia de deshacía con mis cajas de Legos, jugaba con cualquier cosa que se me pusiera de frente. Imitaba todo aquello que miraba en la televisión por que me distraía. Me levantaba de madrugada y pedía una pacha. Era invencible.
A esa edad salto a mi mente una gran pregunta, “voy al colegio, pero ahí no aprendo lo que de verdad quiero aprender.” Ahí no aprendí a amar, a querer, a disfrutar de la pareja. A oír de la buena música y de los amigos. A las noches de desvelo y a las parrandas. A llorar por algo. A dar un abrazo, un beso. A emborracharme, a disfrutar de la goma. A pararme y gritar. A saber lo que es mío.
Yo sólo tenía 5 años y ya sabía que lo que me esperaba en la vida era la mejor parte. Y la estoy disfrutando ahora.
Políticamente incorrecto… In a world full of people, only some want to fly, Isn't that crazy?
No hay comentarios:
Publicar un comentario