Tenía solamente 4 años, estaba en el pasillo de mi antigua casa, la verdad me gustaba porque era larguísimo, para este tipo de experimentos. Hice todos los cálculos respectivos, distancia, velocidad, que en aquellos tiempos significaba correr rápido y más rapidito. Quise hacerlos todo al estilo hollywoodense. (En mi cabeza esa cuenta regresiva)… y en sus marcas, listos… fuera! Cual bien niño tratando de descifrar el enigma que nos pintaban en las caricaturas a nuestra corta edad salí corriendo lo más rápido que podía. Fije la meta exacta y… bueno el resto es historia.
Al final salió volando, la mesa que contenía el florero de mi abuelita, el teléfono y el cuadro familiar. No digamos del tapete bendito, ese que es histórico en la familia.
Desde ahí aprendí a que las cascaras de banano o plátano si es como las pintan en las caricaturas. Uno se para sobre ellas y se puede resbalar, no digamos si venís corriendo a una velocidad equivalente a más rapidito.
Volá Cirilo, volá…
Miénteme y di, que no estoy loco.
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