miércoles, 2 de abril de 2008

[deja que pasemos, sin miedo]

Caminando visite la luna. Nuevamente me encuentro lunáticamente. Quise visitar el cosmos y me da gusto intentarlo. Recuerdo cuando lo hacia de pequeño. Me subía a la terraza de mi casa en pijama y con linterna y me ponía a hacer señales para ver si algún ovni me hacia luces de regreso. Desistí cuando se acabaron las baterías de la linterna y mi mamá se puso a gritar preguntando “Luis Roberto…. Es hora de dormir”.

No quería darme por vencido. Me propuse hacer de todo. Construí una extensión eléctrica que llegará hasta la terraza. Tome un bombillo o bombilla como le decimos aquí en Guatemala de esos de 100 watts, que según yo iba a llegar más lejos por ser de 100.

Había visto las estrellas y decía yo que no podíamos ser tan egoístas de creer que solo nosotros pudiéramos vivir en todo el universo. Estaba todo preparado, la extensión de alambres llegaba desde mi cuarto a la terraza. La lámpara de mi mesa de noche estaba lista para alumbrar al infinito y más allá.

En mi cabeza inventora sonaba la cuenta regresiva… 5, 4, 3, 2…. 2.5….(pow) no llegó el 1. Mi mágica invención no llegó a concretarse. La luz que quise que saliera por mi lámpara se hizo presente en todos los alambres de extensiones de lucecitas del árbol de navidad que utilizé para llegar hasta la terraza. El chispero y término que llegue a conocer a la mañana siguiente de “corto circuito” se hizo presente en el enchufe de la pared. A lo que siguió el grito de aquella madre que miraba su novela cuando la casa entera quedó en oscuras: “¡Luis Roberto y ahora que!”

¡Qué madriza la que me dieron! Casi, casi dejo a la cuadra entera sin luz. A la mañana siguiente el amigo electricista se mataba de la risa de ver como me tenían castigado.” Y sólo le dijo a mi mamá: "me imagino que se le quitaron las ganas de ser electricista a su hijo”. A lo cual mi mamá respondió: “y no solo de eso”. Ouch solo de acordarme me duele.


[Si hasta el fin del mundo estás…. ah ah ah ah]

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